martes, 13 de diciembre de 2011

Nochebuena, maravillosa experiencia de reconciliación.

La palabra reconciliación significa: arreglo, armonía, acuerdo, concordia, mediación e intercesión; acto que al practicarlo deja en la persona paz y serenidad. Tomo este tema, porque desde hace varios días en los medios de comunicación se difunde la tristeza profunda que experimentan muchas personas al acercarse la temporada navideña, estado de ánimo que debe atenderse a tiempo, antes de que la depresión termine en tragedia. Es importante tomar en cuenta que somos seres vivos  con necesidades físicas, emocionales y espirituales que deben cubrirse diariamente y, que es en esa búsqueda de satisfactores cuando más expuestos estamos a cometer errores: simples y reparables unos, complicados e irremediables otros, fatalmente en este quehacer, hasta el prudente suele caer. La rutina, las prisas y los compromisos no dejan tiempo para pensar, por eso es que al final del año, cuando llegan los días de asueto, los malos recuerdos aparecen, se agolpan en la cabeza, quitan el sueño y oprimen el corazón con sentimientos de culpa.
El creyente o no creyente, tiene la libertad de meditar los actos que durante el día realizó, ya sea antes de ir a dormir o durante la misa dominical. Es en esa conversación intima con Dios, en la que con sincero arrepentimiento se pide perdón por el bien que no se hizo, por el mal provocado, pero sobre todo se promete con firmeza, cuidar de no volver a caer. Si haberse equivocado le inquieta y le impide ser feliz, cambie de actitud, acérquese al altar cuando la iglesia esté en silencio, si le es imposible acudir entonces arrodíllese en un lugar acogedor de su casa y hable con Dios. Dígale lo que le pasa, es reconfortante sentirse escuchado, aun sabiendo que Él conoce de antemano su sufrimiento. Después, guarde silencio y escúchele a Él, respire profundo y si su alma lo pide, deje fluir el llanto. El adviento nos prepara para dejar atrás todo lo que estorba, lo que impide gozar esa maravillosa reconciliación con Dios y con los que amamos. Seguramente después de este encuentro su vida retomará el sentido y se pondrá de nuevo en pie, momento en el que se dará cuenta, de cuantos están caídos y necesitados de su mano para levantarse.
A partir de entonces, a cada respiro notará que no está solo, así se encuentre en despoblado porque Dios siempre le acompaña. Por las noches al mirar el cielo, comprenderá que la vida no es un simple latir del corazón; que la existencia es más valiosa cuando al andar no ejerció la prepotencia, no se apoderó de lo ajeno,  no condenó a la pobreza, no dejó en el desconsuelo. Sino todo lo contrario, compartió alegrías, hizo buenos amigos, amó a sus hermanos y demás familia: pero sobre todo dejó gente que se sintió orgullosa de haberle conocido.

“La pobreza más terrible es la soledad y el sentimiento de no ser amado”.                                                        Madre Teresa de Calcuta  
A partir de esta Nochebuena deje de pensar en el pasado y en el futuro, disfrute el ahora porque Dios le ama hoy y desea que hoy, usted le corresponda. Alimente su alma con la oración, porque esa es la bendita energía que se necesita para servir a Dios con alegría.
Antonieta B. de De Hoyos.                            Diciembre 11/08

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